LOS
SOMBREROS VICTORIANOS Y EL NACIMIENTO DEL DERECHO AMBIENTAL INTERNACIONAL
Los primeros acuerdos
de contenido ambiental tiene que ver con los sombreros adornados con múltiples
plumas que impuso la reina Victoria. Es que las cosas de la naturaleza están
entrelazadas. También, las modas y costumbres de todas las épocas. El novísimo
principio de la interdependencia ambiental parece que era conocido en otros
tiempos. En especial por los agricultores y la gente de campo.
Así fue como se empezo con la demanda formulada, en 1868,
al Ministerio de Relaciones Exteriores del Imperio Austro-Húngaro por un grupo
de agricultores preocupados por la depredación de las aves insectívoras llevada
a cabo por la industria del plumaje, muy desarrollada a raíz de la moda
victoriana que imponía plumas por doquier. Solicitaban al Emperador Francisco
José la suscripción de un tratado internacional para proteger a las aves
beneficiosas de la agricultura. Pocos años después, en 1872, el Consejo Federal
Suizo planteó la creación de una comisión internacional para la redacción de un
acuerdo de protección de aves. Todas estas inquietudes tuvieron favorable
acogida en 1884 cuando se reúne la comunidad ornitológica internacional en un
congreso que se convoca en Viena. Con estos antecedentes se prepararon las
bases para que en 1902 se pudiera firmar en París, uno de los primeros
instrumentos internacionales referido a la conservación: el Acuerdo Internacional para la Protección de
las Aves Útiles para la Agricultura que establece normas de conservación de
fauna, prohibición de captura de determinadas especies, y obligaciones
tendientes al cuidado de nidos y huevos. Los móviles que llevaron a la firma de
este convenio fueron económicos. Pero, qué nacimiento especial! Entre
participación ciudadana, sombreros, plumas y damiselas para proteger recursos
naturales renovables que ya estaban en peligro de extinción.
En años posteriores, se firman los
primeros instrumentos bilaterales y regionales. Los temas iniciales estaban
relacionados con la salud humana, la utilización de sustancias contaminantes en
las guerras; las condiciones ambientales de los trabajadores; la navegación y
explotación de algunos ríos, y la creación de parques y áreas de reserva de
flora y fauna. El desarrollo de esta materia en lo que va del siglo ha
impulsado la firma de más de 4000 acuerdos bilaterales y numerosos y variados
acuerdos y tratados de alcance universal. El análisis de estos documentos nos
muestra un proceso caracterizado por permanentes cambios y evoluciones en la
concepción de la relación sociedad-naturaleza.
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